Acetre es un caldero pequeño con el que se saca agua de los pozos o vino de las tinajas. Los de Olivenza llevan tres décadas bebiendo del pozo de la música de nuestros abuelos y, ahora, en Arquitecturas Rayanas, de las tonadas del otro lado de la Raya.
El folk bilingüe de Acetre traspasa fronteras, su uso de instrumentos tradicionales, como el pandero de Montehermoso y las sartenes de matanza, combina a la perfección con los matices y texturas contemporáneas propias de una banda en constante renovación. A continuación la charla con Acetre en el Museo Etnográfico de Olivenza.
Lleváis más de treinta y cinco años de trayectoria profesional. ¿Cómo empezó todo? ¿Seguís siendo los mismos?
El grupo arranca en plena transición política a la democracia, en 1976. Éramos un grupo de, entonces, ”chavales” con inquietudes musicales que nos reuníamos para charlar, tocar la guitarra e interpretar canciones con las que pasarlo bien; Pablo Guerrero, Jorge Cafrune o Víctor Jara estaban, por su música y su compromiso social, entre nuestros artistas preferidos. Casi a la par comenzaba nuestra curiosidad por la música del entorno; se iniciaba la España de las autonomías y con ella la búsqueda de las señas de identidad, lo que nos llevaba a valorar lo propio, a conectar con personas mayores, recorrer fiestas populares en busca de canciones de tradición oral. Hemos presentado varias formaciones y, si contamos desde sus inicios, más de setenta personas habrán formado parte del grupo en todos estos años.
Arquitecturas Rayanas es vuestro nuevo disco, el octavo en vuestra carrera. ¿Qué queréis expresar con este concepto?
Cada nuevo trabajo nos lo planteamos como un viaje. En este caso nuestro viaje es a través de la arquitectura, revisitando una serie de lugares a los que ponemos música o bien intentamos atrapar la música que nos puedan sugerir. En nuestro deambular por Extremadura, hacemos un alto en ‘La Torre de Floripes’, en el Tajo, que emerge cuando el nivel del pantano de Alcántara está bajo; colándonos en una antigua bodega de Almendralejo en el tema ‘Vendimia’; en las calles y casas de Ahigal interpretando una ‘alborada’ tradicional de allí; paseando por la plaza chica de Zafra contando una bella historia, la de ‘El mercader de Zafra’, o descubriendo una Iglesia de Sierra de Fuentes en un ‘Canto de bodas’, de largas vocalizaciones y gran interés musicológico.
Y por supuesto las vivencias en Olivenza, nuestro pueblo, recorriendo los zaguanes de las casas donde se interpretaban saias como ‘Los amores de Mariana’, perdiéndonos por singulares casas y calles de algunas aldeas fronterizas como San Benito o Santo Domingo en ‘Fado das aldeias’ o dejándonos impregnar por el misterio del Puente de Ajuda en ‘As Pontes’.
Una de las peculiaridades de Acetre es el uso de instrumentos tradicionales en vuestras composiciones…
Sí, nos ayuda bastante combinar instrumentos antiguos y actuales para ver lo bien que se pueden llevar. No son incompatibles en un mismo tema el antiguo toque de sartenes de la matanza con el toque de batería, o los ritmos característicos de los panderos (panderetas) de Montehermoso y la flauta de tres agujeros (gaita extremeña) combinados con teclados, bajo eléctrico o clarinete. Tanto los cantos antiguos como los toques de los instrumentos populares los aprendemos de nuestros mayores en diferentes zonas de Extremadura. Casi desde la creación del grupo uno de nuestros objetivos principales fue la investigación, que es la base de nuestra música. Sin un conocimiento previo, esencial, de las particularidades de nuestra música tradicional no podríamos hacer el trabajo de renovación y reinterpretación que nos proponemos. En este sentido, nuestro contacto y convivencia con las “fuentes” del saber popular que son nuestros mayores, nuestros abuelos, resulta imprescindible para saber captar las esencias y que la simbiosis tradición-modernidad que practicamos funcione.
Otro rasgo característico de Acetre es la reinterpretación de la música popular de nuestra región.¿No es así?
Respecto a lo de reinterpretar clásicos populares… sucede en ocasiones, pero ocurre más bien al contrario. Debido a tantos años en contacto con la música tradicional, hemos conseguido que cantos antiguos conocidos apenas por pocos lleguen a tener una gran aceptación gracias a nuestras propias versiones y logren ser conocidos incluso en el extranjero convirtiéndose, por su aceptación y popularidad, en auténticos “clásicos” para los propios extremeños y también para los de fuera. Es el caso, por ejemplo, de la ‘Alborada de Jarramplas’, de Piornal, ‘Bailes del Pandero’ de Arroyo de la Luz o ‘Mae Bruxa’ de Cedillo.
¿Qué significa para Acetre Extremadura como fuente de inspiración?
Nuestra principal fuente de inspiración ha sido y es Extremadura: sus gentes, sus cantos, sus fiestas, tradiciones y modos de vida y, de forma particular, también lo es Olivenza. Allí vivimos y es de donde nacen nuestros recuerdos. Aunque en realidad no es sencillo de explicar, porque cualquier chispa te puede despertar la creatividad, esto de la inspiración es cada vez más el beber de esa especie de coctelera donde se mezclan las experiencias y los recuerdos, los deseos y las emociones, vividos o no. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que para nosotros la experiencia del folk resulta un viaje fascinante a través del tiempo donde a la vez participas de formas antiguas y actuales. Es pasado y es presente.
Con este nuevo disco, podríamos añadir también que es un viaje por los espacios…
Entrevista: Javier Antón
Fotografías: Ester García
Agradecimientos: Museo Etnográfico de Olivenza